lunes, 26 de diciembre de 2011

LEYENDO EL SIGNO DE LOS INDIGNADOS [ II ]

Los movimientos de protesta vistos en la nota anterior pueden dividirse secuencialmente en tres fases: la primera corresponde a las manifestaciones y conflictos ocurridas  al interior de algunas naciones islámicas, la segunda correspondería a las protestas de los ‘indignados’ en  Europa entre las que destaca el caso de España, y finalmente las manifestaciones que bajo el apelativo del ‘Occupy Wall Street’ se han dado  en ciudades de los Estados Unidos para luego extenderse a otros países.

Si quisiéramos establecer una tipología que caracterizara en términos generales a tales tres fases, podríamos establecer  que las ocurridas hasta ahora en el mundo árabe acusan una motivación de orden político,  como es la remoción de regímenes dictatoriales enquistados varias decenas de años en algunos de tales países. También podría decirse que tales movilizaciones son realizadas por vastas mayorías ciudadanas heterogéneas y poco organizadas, que incluso en casos como ha sido el de Libia acusa un carácter tribal.

En el caso de los movimientos de los ‘Indignados’ la masiva presencia juvenil es por demás definida, orientándose la protesta contra el establishment  político y el económico    -especialmente contra las instituciones bancarias- , habiéndose dado casos en los que la protesta  ha degenerado en  actos de vandalismo y saqueo. Un caso aparte por su significado y singularidad resultan ser los ‘indignados’ de España por las razones que oportunamente veremos.

Finalmente el  grupo ‘Occupy Wall Street’  viene constituido  por manifestaciones callejeras poco numerosas y conformadas por ciudadanos de distintos estratos sociales, manifestándose la protesta en términos de abierta condena contra «[…] los políticos y las financieras para las que trabajan […]»

En adelante nos vamos a centrar en el caso de los ‘indignados’ europeos y de los ‘Occupy Wall Street’ por ser tales movimientos  la manifestación de un gran descontento e indignación contra el establishment político y bancario.

Como ya se dijo  las  protestas que se están dando en el mundo musulmán, son un caso aparte respecto a los movimientos ocurridos en Europa y Estados Unidos, dado que su motivación es de índole política al ser verdaderas insurrecciones de masas ciudadanas contra el poder gobernante, por ende, en principio sus objetivos no conciernen directamente a la problemática del mundo occidental. Sin embargo, en determinado momento y dada la condición de ser movimientos de masas poco o nada cohesionadas, cabe la posibilidad de que la protesta sea finalmente encauzada por grupos extremistas altamente organizados, de modo que a la postre tales naciones musulmanas podrían caer bajo la órbita de un fundamentalismo religioso  radicalmente opuesto al mundo Occidental.

lunes, 19 de diciembre de 2011

LEYENDO EL SIGNO DE LOS 'INDIGNADOS' [ I ]

Sin duda que vivimos tiempos en el que todo el maremágnum de noticias que nos invade día a día, suscita en nosotros   un cúmulo de interrogantes. Pero quizás lo que últimamente parece cobrar  creciente primacía en nuestra preocupación cotidiana, son los movimientos de protesta muy representativos de diferentes sociedades y que hoy con creciente persistencia van extendiéndose por todo el globo.

Las primeras noticias sobre tal fenómeno protestarlo si bien nos llamaban bastante la atención, no parecían tener mayor conexión e importancia en relación al mundo occidental. Nos referimos a verdaderas corrientes de protestas ciudadanas  masivas que iban recorriendo el mundo árabe, ayer iniciándose en Túnez y Egipto para luego seguir con un estado de verdadera insurrección civil en Libia y que hoy con un creciente número de víctimas se da en Siria.

Pero apenas terminábamos de enterarnos de tales desórdenes, cuando otros nuevos empezaron a impresionarnos y preocuparnos bastante más , se trataba ahora de movimientos de protesta típicamente juveniles que recorrían el escenario europeo y a los que pronto se les conoció como el movimiento de los ‘Indignados’, trepidación que yendo desde España fue extendiéndose a impensables países como Inglaterra, pero además pronto y a modo de una réplica de la trepidación, el movimiento saltó el Atlántico y las protestas ahora empezaron a aparecer en el propio Estados Unidos  desde saltaron a su vez a otros países incluyendo Asía y la propia América Latina, movilizaciones estas últimas que empezaron a conocerse con el nombre de ‘Occupy Wall Street’

Puede afirmarse como una apreciación general que hoy el mundo y el Occidental en particular, está viviendo una época  ̶ como así se ha dado con otras civilizaciones ̶ , que acusa cambios y problemas tan serios como crecientemente preocupantes, épocas que suelen predecir la entrada de las civilizaciones a un desarrollo tardío y de decadencia.

Partiendo de tal afirmación se impone por ello esforzarse en vislumbrar cómo serán los rasgos que distingan al nuevo orden de desarrollo que esté por reemplazar al actual mundo que conocemos. y en tal sentido en las notas que seguirán a ésta, nos esforzaremos en tratar de descodificar el sentido y las connotaciones de estos movimientos de protesta que en Occidente son claramente juveniles, un esfuerzo que también iremos intentando con otros sucesos y que bien podemos llamarlo como el proceso de ‘leer los signos del tiempo’. Obviamente como no existen bolas de cristal que nos permitan adivinar el futuro, ni tampoco contamos con famosos oráculos como el de Delfos en la época de los griegos, o el de Pachacamac en el Perú prehispánico, nuestros intentos serán necesariamente relativos en su alcance, sin embargo pretenden introducir elementos de juicio que ayuden a entender qué es  lo  que están tratando de decirnos y advertirnos los jóvenes de hoy de tantas partes del mundo.

lunes, 12 de diciembre de 2011

UNA APROXIMACION A LA COMPRENSION DE LA CRISIS DEL MUNDO OCIDENTAL

Definir lo que caracteriza a las crisis finales de las culturas y civilizaciones a lo largo de la historia, es un  tema que da lugar a diferentes formas de interpretar las conmociones del final de cada época, por lo que conviene acordar a priori  una cierta modalidad metodológica, y con ella evaluar si la crítica problemática actual corresponde o no a un desarrollo ya tardío del mundo occidental.

Dado que es necesario adoptar una determinada modalidad que permita definir lo que caracteriza un estado de crisis final, escogeremos una que es señalada por el historiador inglés Arnold Toynbee en su monumental obra: El Estudio de la Historia. Toynbee comienza por definir todo proceso civilizador,  como  el resultado de las adecuadas ‘respuestas’ de un pueblo a cada ‘reto’ crítico  que debe afrontar durante todo el ciclo de su desarrollo. Pero como señala Toynbee, hacia el final de toda civilización se da un proceso degenerativo en el cual a cada nuevo ‘reto’, las sucesivas ‘respuestas’ son cada vez más inadecuadas y tardías. Entonces el reto persistirá y la crisis cada vez más profunda deviene a la larga en definitivo colapso

Dejaremos por ahora de lado la crisis ecológica ambiental, la virulencia de los actuales fundamentalismos religiosos y políticos, o el crecimiento de la población mundial  y la consiguiente escasez de alimentos y agua, y nos limitaremos sólo al crítico estado de la economía mundial a raíz  de la  crisis bancaria norteamericana, crisis  que en el año 2,008 se proyectó en una reacción en cadena a todo el globo. Pues bien, frente al ‘reto’ de tan crítica situación que ya lleva tres años,  todas las diversas  ‘respuestas’ tomadas por las naciones afectadas han acusado poca o ningún resultado positivo. En una palabra y como juzgaría Toynbee,  se trata de una situación crítica que se profundiza por la sucesión de soluciones  inadecuadas.

Ahora bien si de acuerdo a lo que señalan no pocos historicistas, entre ellos Oswald Spengler[1], asumimos que nuestra civilización como las que nos han precedido, es asimilable a un ente viviente, y como sucede con todo otro organismo cada una de sus funciones están simbióticamente entrelazadas, entonces se colige que la crisis económica actual no es una ‘dolencia’ aislada sino que estará contribuyendo a intensificar aún más  todos los otros trastornos que líneas arriba habíamos dejado de lado, ya que se hará cada vez más difícil, sino imposible, el dar las ‘respuestas’ adecuadas a tales ‘retos’. Concluiremos entonces que Occidente se encuentra ya en una fase tardía de su desarrollo.

Pero si se adopta esta perspectiva  de la organicidad de toda civilización, entonces debemos también tomar en cuenta otro ciclo vital de la evolución de la vida, es el ritmo continuo de nacimiento, ocaso-muerte y renacimiento. En otras palabras si volvemos la vista a todas las culturas y civilizaciones del pasado, vemos que ninguna de ellas ha desaparecido sin antes haber contribuido a la emergencia de los nuevos desarrollos históricos que le siguieron. Por ende a la civilización occidental le tocará alumbrar el surgimiento de otro desarrollo histórico, el que como enseña la historia será un renacimiento a un nivel cualitativo y cuantitativo inéditamente superior a todos las culturas y civilizaciones que nos han precedido.


[1] Oswald Spengler: LA DECADENCIA DE OCCIDENTE.

lunes, 5 de diciembre de 2011

DE LA COSMOVISION PREMODERNA A LA VISION IDEOLOGICA ACTUAL

Puede decirse que desde las culturas de la Antigüedad hasta la pre-modernidad en los siglos XVI y XVII, en los que con el Renacimiento irrumpe el racionalismo científico,  se percibía todo lo existente como una totalidad que abarcaba en una unidad triádica lo divino y trascendente, el mundo circundante y el valor de lo estético. Otra  forma de decir lo mismo es afirmar que hasta la irrupción de la modernidad racionalista, el hombre pre-moderno poseía una verdadera cosmovisión de la realidad de carácter holístico, o sea que percibía lo existente como un todo integrado en todas sus partes, de modo que en su perspectiva de las cosas la creencia religiosa, el conocimiento pragmático y racional y el valor de la belleza conformaban un conjunto totalmente integrado.

Fue así que en el mundo occidental la Edad Media será la última etapa histórica  en que el hombre occidental dispondrá de una auténtica cosmovisión. Basta tener presente cómo durante la Alta y Media medievalidad, un monumento tan emblemático de la época como eran las catedrales góticas, éstas resultaban ser la expresión tangible de una cosmovisión  enraizada en perspectiva cristiana.

En efecto, cada catedral gótica era en sí  un todo comprensivo desde las agujas que coronaban las torres de las catedrales, cuya atrevida esbeltez expresaba el afán espiritual del hombre de ascender hasta las alturas de lo infinito; la complejidad estructural del edificio en sí, una síntesis de todos los conocimientos y técnicas en el arte de la construcción eclesial, y finalmente recursos estéticos como  la luz coloreada de los grandes vitrales, la belleza de la ornamentación al exterior y al interior del templo, o la belleza pictórica o escultural de las imágenes sagradas, eran elementos  que a modo del sello de lo estético ayudaban a conformar su unidad  con la espiritualidad del alma cristiana, y  con el conocimiento arquitectónico de la época.

Pero ya en los siglos XVII y XVIII de la Ilustración en que la razón definitivamente había cobrado clara hegemonía sobre la creencia religiosa, el sabio de la época si bien no se interesaba mayormente en ser versado en la teología o en la doctrina cristiana, sin embargo supo devenir en  el tipo enciclopedista de la época, lo cual implicaba el dominio de todas las ramas del conocimiento  formal de  ese entonces. En otras palabras el campo epistemológico se mantenía organizado en un único conjunto orgánico de todos los campos de  lo cognoscitivo.

Pero con el desarrollo fulgurante de la ciencia y de la tecnología, los estudiosos se vieron obligados cada vez más a la ‘especialización’ en sólo algunos de los  ramos que comprendía el conocimiento científico, de modo que el todo del conocimiento empezó a sufrir una seria desmembración de su otrora organicidad del enciclopedismo. Así, el campo de lo científico se redujo a una serie de verdaderos compartimientos estancos.

Este proceso de creciente fragmentación del conocimiento llevará a que ciertas áreas específicas del saber cobrarán preponderancia sobre otras, por ejemplo, la física y la química se imponen a todas las otras ramas científicas, e igualmente desde Adam Smith  y Karl Max, la economía y la política devienen en los nuevos evangelios que regirán toda la actividad humana. Pero el reduccionismo dará otro paso más con las modernas ‘ideologías’  de derecha e izquierda, tan proclives las mismas al fenómeno del ‘fundamentalismo’, y que se da cuando se asume cierta perspectiva económica o política como el súmmum de esos dos campos, craso error como es el de reducir el todo a una parte del mismo. Lo ideológico será siempre una visión necesariamente parcial,  y que prescinde de toda referencia a esa unidad triádica propia de toda cosmovisión auténtica, la unidad de lo espiritual, del conocimiento    y de lo estético.



lunes, 28 de noviembre de 2011

NORUEGA: LAS CONTRADICCIONES DENTRO DE UN PAIS EJEMPLAR

En el último informe anual de Naciones Unidas sobre el Indice de Desarrollo Humano  (IDH) a nivel mundial, Noruega encabeza por un año más la lista de los países que acusan un óptimo desarrollo y que la califica como la nación donde  mejor se vive a nivel mundial. Sin embargo, es en este país que a juzgar por el IDH resulta idílico,   donde el pasado 22 de julio se produjo un atentado terrorista que costo la vida a 77 víctimas, atentado que no ha sido perpetrado por algún conocido grupo terrorista internacional,  sino por un ciudadano noruego: Anders Behring Breivik, 

¿Quién es Anders Behring Breivik? Se trata de un empresario, cristiano luterano, políticamente conservador  y derechista de tendencia  nacionalista,  crítico severo del Islam y de la admisión europea de los refugiados de otros pueblos. Sus convicciones cada vez más extremas desde comienzo del siglo XXI, han llevado a este sujeto ha calificar el atentado de su autoría como una acción ‘atroz’ pero ‘necesariaʼ.

El que en un país como Noruega haya ocurrido tal insanía y perpetrada además por un ciudadano noruego, permite ver la peligrosa situación que deriva de  los actuales extremismos fundamentalistas cada vez más extendidos. El fenómeno surge cuando determinado aspecto de una posición religiosa o ideológica se convierte en un absoluto dogmático,  proceso que pronto desemboca en una actitud de violencia vindicativa y correctora de aquello que es contrario a tan excluyente visión.

El fundamentalismo religioso o ideológico resulta de un intento  de encuadrar toda un campo del conocimiento  en un único aspecto de aquel, lo que lleva necesariamente a confundir en grado enceguecedor el todo con una determinada parte  de dicho todo. Tal reduccionismo y la actitud de intolerancia hacia lo que no reza exactamente con la afirmación dogmática, genera un perturbador clima emocional de violencia que justificará todo medio para imponer  el dogma religioso, económico o político. Tal violencia no dudará en llegar a la insanía criminal  que se ejercitará sobre grupos de gente inocente,  por el sólo delito de no pertenecer  a la visión extremista que se quiere imponer.

Si bien el dogmatismo religioso se ha dado en diferentes culturas, la ideología es un rasgo inédito de la civilización occidental que a partir de fines del siglo XIX dejara  de lado   la otrora posición enciclopedista de la Ilustración del siglo XVIII, generalizándose  el grave error de reducir  toda la realidad  a una parte de ésta, reduccionismo que a la larga conduce a la intransigencia y a la violencia, flagelos que se agravan actualmente con el  divorcio contemporáneo entre el conocimiento científico y el campo de lo metafísico y de lo espiritual.

lunes, 21 de noviembre de 2011

PERU: LA AFIRMACION DE NUESTRO PROCESO FORMATIVO

En las dos notas anteriores se han descrito muy sucintamente los rasgos más relevantes de nuestras dos fuentes formativas; el humanismo neoescolástico y la tradición y el saber americano prehispánico, fuentes ambas que al converger en nuestro proceso afirmativo han hecho de éste un desarrollo complejo y difícil,  pero por ello mismo de gran riqueza creativa y promisoria.

Si queremos constatar como han ido influyendo en nuestro desarrollo una y otra de esas dos fuentes, y comenzando con la influencia histórica del humanismo cristiano como legado hispano, basta ver dos ejemplos señeros: Miguel Grau, el Caballero de los mares,  a quien la violencia de la contienda con Chile no le impidió el rasgo humanitario de remitir a la viuda de Arturo Prat la espada y pertenencias del marino abatido; y  Francisco Bolognesi afrontando una situación aciaga con la serenidad y grandeza plasmada en esa frase suya de cumplir con su deber hasta ‘quemar hasta último cartucho’.

En tiempos más recientes al iniciarse la Revolución de Fidel Castro en Cuba, fue el Canciller peruano: Raúl Porras Barrenechea, quien en un singular gesto de hombría y dando la gran lección de respeto a la integridad política de los pueblos, se enfrentó al ukase norteamericano que en la Conferencia de San José de la OEA en 1,960 exigía el ostracismo de Cuba. Gesto altivo y señero el de un Porras enfermo y delicado de salud y que incluso fallecerá muy poco tiempo después.

En cuanto a la impronta de lo andino en el desarrollo  del país basta mencionar lo que se ha denominado el proceso contemporáneo de ‘cholificación’ del Perú, proceso que se pone de manifiesto especialmente a partir de la década de los años cincuenta del siglo pasado, década en que  se inicia una migración masiva del hombre andino a las ciudades de la costa. Las consecuencias de tal proceso al que José  Matos Mar denominó el Desborde Popular de la realidad nacional peruana, tiene un sentido por demás positivo y creativo, basta señalar que tal proceso dio lugar a la emergencia de los actuales Conos que circundando Lima y las principales ciudades costeñas, son hoy un enjambre de dinamismo y progreso para vastos sectores descendientes de esos originales inmigrantes andinos, quienes al ver que la riqueza no venía a sus lares tomaron la decisión heroica de ir ellos hacia donde estaba el auge de la riqueza.

El milagro de cómo las otrora ‘barriadas’ de esteras y calaminas en nuestros arenales se transformaron en aquellos conos urbanos, es la mejor demostración de cómo la pujanza de lo andino y sus normas y valores comunitarios hizo posible tal milagro de creación en sólo unas décadas.

Hoy el Perú ostenta un record extraordinario de crecimiento que nos convierte en un país líder en América Latina, pero podemos decir que si bien aquello es el resultado de haberse mantenido el modelo económico de desarrollo desde finales de los años noventa, tal logro es también una manifestación evidente de que en todos los lares y estamentos del país, vivimos hoy todo un proceso de desarrollo  social y de nuestra personalidad básica, proceso que obviamente aun está lejos de haber llegado a su plena madurez, pero que si evidencia el proceso histórico de una nación que está construyéndose desde sus propias bases sociales. Ello ocurre precisamente gracias a la convergencia de aquellas dos grandes fuentes formativas nuestras: el humanismo hispano y cristiano y la vieja cultura prehispánica.

lunes, 14 de noviembre de 2011

LAS DOS GRANDES FUENTES FORMATIVAS DEL PERU [II]

La segunda gran fuente formativa de lo peruano y lo indohispánico está conformada por los valores y la visión que caracterizan al mundo andino, tanto el quechua como el aymara. La valorización de nuestra tradición prehispánica se ve confrontada por el proceso de desmitificación que hoy caracteriza a la civilización occidental, amén de la pronunciada tendencia de la modernidad hacia el imperio de lo puramente cuantitativo en desmedro de lo cualitativo.  

El hombre contemporáneo postmoderno deviene hoy en una suerte de recinto aislado, una verdadera ’mónada’ humana tan subjetiva como mecanicista, por ende divorciada tanto respecto a los otros hombres como ante su propia realidad como ser humano, pero también frente al orbe cósmico del universo. El hombre ha terminado reducido a un suerte de ente  encerrado dentro de su egoísta individualidad, con una identidad constreñida sólo a su naturaleza fenoménica y funcional y reducida a meros índices cuantitativos. En el universo del hombre contemporáneo ni aún el misterio de la vida posee sentido o propósito alguno.

Frente a este cuadro de la modernidad occidental, el mundo de lo andino se yergue pleno de significados y de experiencias vitales y ajeno a aquella egoísta soledad de la postmodernidad actual. El hombre andino vive dentro de una urdimbre de lazos intensamente vivenciales de solidaridad plena con su comunidad y en una relación telúrica y umbilical que lo une a la madre tierra, la Pachamama y a los Apus. La realidad como un todo solidario del cosmos y del hombre abarca tres grandes mundos: el de ‘arriba’ o celestial, el de ‘aquí y ahora’ o terrenal y el de ‘abajo’  o mundo subterráneo, mundo éste en el que los muertos siguen viviendo lado a lado con las fuerzas germinales en las entrañas de la Pachamama. Dentro de esa urdimbre de relaciones,  las figuras sagradas cristianas están en una simbiótica relación con las deidades y valores prehispánicos que subsisten hasta hoy, dándose un singular sincretismo de lo católico con lo andino prehispánico, sincretismo que estudiosos como el Padre Manuel Marzal y otros, las consideran expresiones auténticas y singulares de la religiosidad de los pueblos andinos.

Pero el mundo andino no se limita a lo que podríamos llamar los significados de orden metafísico o religioso. El hombre andino ha sabido preservar ideas como la unicidad del espacio y del tiempo expresada en el término único de pacha concepción que  significa simultáneamente espacio y tiempo precediendo desde antiguo a la idea einsteniana del continuo espacio-tiempo. Hay una interrelación diríamos osmótica entre los ciclos del pasado, el presente y el futuro, dándose verdaderas crisis cíclicas o pachacuti en el devenir del tiempo y de  la historia, devenir del tiempo en una suerte de espiral  que conjuga la vieja noción prehispánica del tiempo cíclico y la linealidad del tiempo escatológico o de las últimas realidades del cristianismo.

Hasta aquí llega esta revisión, sucinta en extremo, de las dos grandes fuentes formativas de lo peruano y del mundo indohispánico[1], pero con lo expuesto podemos apreciar, como lo hacemos en una próxima nota, la riqueza de la potencialidad creativa de una y otra fuente en el proceso formativo de nuestra forma de ser. Es en la complementariedad de ambas, donde se encuentra la clave  crucial del proceso afirmativo de nuestra identidad.





[1] Lo indohispánico comprende el espacio de la Comunidad Andina en su versión original 

lunes, 7 de noviembre de 2011

LAS DOS GRANDES FUENTES FORMATIVAS DEL PERU [1]

El proceso que ha ido dando forma a nuestra forma de ser como país, es uno bastante complejo al  confluir en él dos grandes fuente formativas: la visión humanista a la que cabe denominar como la perspectiva neoescolástica y que nos trajo España,  y la singular riqueza de la tradición enraizada en lo americano prehispánico, la que aunque mayormente se vive en el llamado Perú  Profundo, sin embargo también  influye decisivamente  en la evolución de la realidad nacional. El reconocer la profunda huella de estas dos fuentes en nuestra forma de ser, no significa para nada desconocer todos los aportes que otras culturas de diversas partes del mundo han contribuido al acervo cultural de lo peruano.

Ocupándonos de inmediato de la primera fuente: la de aquel humanismo neoescolástico, para referirnos luego en la próxima nota al gran aporte  de los pueblos prehispánicos, podemos decir que el humanismo español de raigambre cristiana es una perspectiva que ha conferido una singularidad al carácter nacional del Perú, aunque acusando una distancia respecto a la otra gran perspectiva de lo que fue dándose como la ‘modernidad’ europea del Renacimiento en los siglos XVI y XVII.  Tal movimiento de la modernidad pronto empezó a acusar ciertos aspectos que se contraponían a la tradición cristiana medieval y escolástica, tradición ésta a la que España asumió la tarea histórica de conservar. Es a esto a lo que se denomina el neo-escolasticismo y que se enraíza en la singular obra de Santo Tomás de Aquino al escribir su Summa Theologica,  tratado que instituye todo un ordenamiento social, cultural y espiritual abrevado en la tradición cristiana medieval.

Hay que dejar esclarecido que tal tradición del neo-escolasticismo es una profunda indagación, dentro de la perspectiva cristiana, del triple misterio del mundo y del cosmos, del hombre en sí y del orden de lo divino y lo trascendente. Es más el neo-escolasticismo estuvo muy lejos de ser una mera preservación inmovilista de la historia, al haberse orientado hacia una lúcida actualización de la tradición medieval ante las  insoslayables realidades de la nueva época de la modernidad. Basta mencionar el haber instituido el Derecho Internacional para regir la relación entre las naciones del orbe.

El neoescolasticismo acusa hoy una especial actualidad,  como lo demuestra la obra de filósofos de la talla de Jacques Maritain, dándose en dicho movimiento una convergencia entre los órdenes de lo espiritual y de lo  temporal bajo el signos de la libertad,  ello no sólo en el sentido de lo político y lo económico sino como facultad inalienable del alma humana. El humanismo neoescolástico no es ajeno al perfeccionamiento permanente de la institucionalidad social, cuidando que tanto a nivel de lo individual como de lo colectivo impere el ‘bien común’, éste en su doble dimensión de lo espiritual y de lo temporal.

Lo expuesto es suficiente para atisbar la riqueza de la herencia neoescolástica de los pueblos americanos indohispánicos justamente en estos tiempos signados por la aguda crisis de valores que aqueja la civilización occidental,  herencia cuyas posibilidades en la creación de una nueva cosmovisión de la realidad, permitirá devolver al hombre contemporáneo un nuevo sentido de armonía entre lo sagrado y lo profano.

lunes, 31 de octubre de 2011

PERU: ANTECEDENTES FORMATIVOS EUROPEOS (III)


En la nota anterior se ha visto la contraposición que en el plano de lo filosófico  y de los valores se dio entre España e Inglaterra. Así España optará por mantenerse fiel a la tradición epistemológica medieval, por ende  se identificó con la perspectiva neoescolástica, cuya vigencia se mantiene actual aún hoy en día. Inglaterra  en cambio asume una perspectiva contrapuesta  al hacer suya la visión de los franciscanos de Oxford, quienes como afirma Leopoldo Zea «perfilan al hombre y ciencia modernos».

Aquella diferencia de  visión entre esas dos naciones irá de la mano con una confrontación abierta entre España e Inglaterra, la que se manifestará  tanto en el terreno de lo político y lo militar  como en sus respectivos modelos de colonización del continente americano. Según Juan A. Ortega y Medina a quien acota Leopoldo Zea,  se puede señalar como factores en pugna entre ambos modelos: el de la posición de la Reforma protestante versus la Contrarreforma, el desarrollo náutico  inglés versus el estancamiento naval español, y entre el ordenamiento social de Inglaterra mayormente en base  a la iniciativa privada y a la libertad de comercio, versus el férreo control y monopolio comercial en España.

Puede señalarse  que paradójicamente el engrandecimiento de España al consolidar su imperio en la América nuestra, dará lugar  a un ocaso relativamente rápido del poder español a resultas de las guerras de España en Europa, conflictos que derivan del haberse reunido en Carlos V  las coronas de España y  del Sacro Imperio Germánico, conflictos que llevaron a una rápida dilapidación  del ingente caudal de oro y plata proveniente de las colonias americanas españolas. Inglaterra por contraste y como bien acota Zea,  al estar poco interesada en ser una fuerza hegemónica en Europa,  dio preferencia a desarrollar su propio imperio continental americano.

Cabe ahora referirse a la visión prejuiciosa  de  la ‘Leyenda Negra’ del coloniaje español, porque si bien es innegable la crueldad, las vejaciones y el despojamiento de los pueblos prehispánicas, así como el habérseles diezmado a resultas de las enfermedades traída por los conquistadores; sin embargo los detractores de España silencian que  desde el primer momento hubo mestizaje de sangres,  que  la Iglesia Católica recibía como fieles a los indios dentro de la comunidad religiosa de la sociedad colonial,  o que las leyes de la Corona tuvieron un claro sentido protector y de reconocimiento de la condición de seres humanos de los americanos oriundos.

Pero si de una Leyenda Negra se trata también cabe aplicarla a la colonización inglesa, como es el haber aplicado como argumento ‘científico’ el que los naturales de la América inglesa correspondían a una especie humana inferior a la de los colonizadores, de modo que el afán de la pureza étnica inglesa resultó aún más vejatoria que la ejercida por España, al irse traduciéndo ello en el despoje de territorios indios y no pocas veces en la abierta exterminación de grupos aborígenes de la América del Norte.

En resumen: la relativamente rápida decadencia del Imperio Español ya desde los siglos XVI y XVII, contrasta con la expansión mundial del imperialismo inglés. Ello implicará que mientras el modelo democrático y del liberalismo económico  se afianzó,  incluso cuando Estados Unidos deviene en una nación independiente, los países nuestros se  moldearon bajo una institucionalidad derivada del anacrónico orden político y social español. Pero a cambio de esto, si en la América del Norte prevalecerá la visión del pragmatismo utilitario propenso al individualismo y al puro materialismo, en lo más hondo del proceso formativo de países como el Perú, se enraizaron las ideas del humanismo solidario neoescolástico, legado que irá aunado a la riqueza de la cultura  y sabiduría de lo americano prehispánico.

lunes, 24 de octubre de 2011

PERU: ANTECEDENTES FORMATIVOS EUROPEOS (II)

El período europeo entre los siglos XV y XVI,  al inicio de los Tiempos Modernos, será testigo del surgimiento de  Inglaterra y España como dos naciones de singular gravitación en Europa, Inglaterra encarnando las tendencias que irán dando forma a la era de la modernidad era que perdurará hasta nuestros días—,  en tanto que España, fortalecida con el descubrimiento de América y frente a la insurgencia del protestantismo, asumirá el rol de defensor del legado de la tradición cristiana y humanista.

Así en tanto que Inglaterra acogía  la nueva visión de los franciscanos ingleses de Oxford y hacía suyos los nuevos tiempos de la modernidad,   España se opuso a tal visión que implicaba la desvalorización de la perspectiva de Santo Tomas de Aquino, y se aboca a una  visión que conciliando la irrupción de los Tiempos modernos no  cortara el cordón umbilical con la perspectiva neoescolástica del catolicismo.

No es difícil inferir la abierta contraposición filosófica entre la posición de Inglaterra, que encarnaba la novedad de era de la modernidad, era  que evolucionará hasta la actual postmodernidad; versus la posición de España aferrándose a la tradición del humanismo escolástico. Así, si España católica abrazó la creencia católica del paraíso celestial, la Inglaterra ‘moderna’ sólo aspirará un paraíso de orden terrenal nada utópico.

Los contrastes entre lo  inglés y lo español se irán acentuando conforme se fue afirmando la modernidad. España quedará simbolizada en ese binomio de polaridades entre un Don Quijo­te y un Sancho Panza, aquel iluminado por la locura caballeresca bus­cando la  gloria altruista del deshacedor de entuertos, y Sancho, con los pies en la tierra y con un gran caudal de sabidu­ría práctica aunque con un cierto tinte de escepticismo. Inglaterra en contraste con el altruismo quijotesco que encarnaría España, se afirmará en un pragmatismo utilitario que no vacilará  en honrar con el título de Sir a algún despiadado filibustero en tanto que sus acciones fueran de provecho para la nación inglesa,

Hay en este significativo contraste algo que nosotros los hispanoameri­canos debemos tener siempre muy presente, y es que para España y para nuestras naciones hispano- americanas  hay más una identificación con lo que encarnaba aquella dualidad de de don Quijote y Sancho Panza. Al respecto Leopoldo Zea cita al español Joaquín Costa quien al referirse a esta identificación cervantina nos  dice que en ello «pueda estar la posibilidad del porvenir de las naciones que bajo la sombra de don Quijote son enderezadores de entuertos y paladines de justi­cia de los despojados y sufridos hombres de la tierra».

En esa identificación con Don Quijote y Sancho Panza, se puede reconocer y comprender mucho del sentido de no pocos de nuestros rasgos idiosincrásicos, ya sea como ‘enderezadores de entuertos’ en  el ámbito de la política internacional,    defendiendo la no intervención en la soberanía de los pueblos o mostrándonos   afines hacia una solidaridad universal de todos los pueblos. Pero también podemos referirnos a ese otro prototipo de un Sancho Panza prudente y con los pies en la tierra, que profesa cierto grado de realismo  ante la vida,  incluso no exento de cierto escepticismo, pero sin embargo con una buena predisposición hacia el logro de nuestros sueños.

lunes, 17 de octubre de 2011

PERU: ANTECEDENTES FORMATIVOS EUROPEOS (I9

El profesor norteamericano Richard M. Morse en su ensayo El Espejo de Próspero  hace referencia a lo que llama la Prehistoria europea de las Américas, período que obviamente incluye también al Perú y sin el cual no es posible una cabal comprensión del proceso formativo de las naciones como la nuestra. Tal período señalado por Morse va desde el siglo XIII al XVII y en él ocurren cruciales desarrollos «de urbanización, de ascenso de la burguesía, consoli¬dación de los estados nacionales, pluralización religiosa, des¬arrollo capitalista, expansión ultramarina y cientifización de la visión del cosmos del hombre”.

A su vez y refiriéndose a ese mismo período el filósofo mexicano Leopoldo Zea  destaca como a  fines del siglo XIII Tomás de Aquino había dado lugar a su famosa Summa Theologica, aquel gran sistema metafísico que establece  las bases filosóficas  de un orden cósmico afín al orden político vigente en el medioevo, y que al concebir a Dios como razón  se accede a la comprensión de la realidad instituida por el propio Dios.

Ahora bien, frente a este apogeo escolástico encarnado en la Summa Theologica,  se yergue la llamada filosofía teológica de los franciscanos  ingleses de Oxford: Roger Bacon, Duns Scoto y Guillermo de Ocam cuya concepción es la de «individuos que nada quieren saber de un orden que los trasciende y domine». Como señala Zea las semillas del  antropocentrismo moderno ya estaban lanzadas a la Historia, semillas que «disolverán el gran sistema metafí¬sico del Doctor Angélico».

Los franciscanos ingleses devienen así en una suerte de campeones de una visión que en abierta oposición a las posiciones tomistas, echaban las bases de una filosofía cada vez menos teológica y más doctrinariamente laica. Estamos frente a las manifestaciones tempranas de lo que iba a ser la modernidad renacentista y que iban a dejar sin fundamento no sólo al orden cósmico medieval de Tomás de Aquino sino al propio orden socio-político que del tomismo se derivaba.

Se da así, de hecho, una renuncia filosófica a la comprensión no sólo de la racionalidad y del conocimiento de Dios,  sino también a la aprehensión de lo divino en la esencia de la Naturaleza —caras afirmaciones en la visión escolástica—,  y que al renunciar a ella surgió una nueva concepción: la de un entendimiento funcional  de la natura¬leza y de lo puramente fenoménico. Para Leopoldo Zea se ve aquí el fundamento de la visión moderna de lo utilitario a ultranza, así de ahora en adelante la naturaleza debía ser transfor¬mada para servir a los intereses y propósitos del hombre, referencia protagónica y obligada para el hombre moderno.

Así, el ser humano en la visión franciscana inglesa, si bien queda dotado de razón, es ahora un ente aislado de Dios, sólo dispone de aquella razón puramente humana y la que dispondrá para el conocimiento ‘racional’ de la naturaleza,  ésta en su condición de ser puramente funcional, por ende ahora la naturaleza debía ser transformada para servir a los fines humanos.

Este antecedente: rol decisivo del pensamiento reformador de los frailes ingleses, es uno de los factores que contribuirá a que Inglaterra surgirá como la campeona de la nueva visión de la modernidad, en contraste con el rol histórico de España que frente a los nuevos tiempos asume la responsabilidad de rescatar el legado y la riqueza del pensamiento escolástico en la versión de Santo Tomás de Aquino, rol el de España al que haremos referencia en la siguiente nota y  que con la herencia de la sabiduría y experiencia histórica de lo americano prehispánico devendrán en los dos grandes factores decisivos del complejo proceso formativo del Perú.

lunes, 10 de octubre de 2011

LA CIENCIA CONTEMPORANEA Y EL SEGUNDO RENACIMIENTO

El físico J. David Peat y el escritor científico John P. Briggs en un ensayo suyo: A TRAVES DEL MARAVILLOSO ESPEJO DEL UNIVERSO, exponen lo que llaman las ‘teorías del espejo’, que están abriendo el panorama científico actual a perspectivas de una radicalidad tal, que para los autores la nueva visión de la realidad lleva a recordar el conocido cuento de A Través del Espejo de Lewis Carrel, cuando al atravesar una suerte  de ‘barrera del espejo’ sucede que las leyes de la naturaleza parecen desafiar las referencias  científicas actuales y nuestras comunes percepciones.

Para Peat y Briggs tal salto cualitativo  contrasta con el paisaje científico actual todavía enraizado en la concepción de la física clásica newtoniana,  y ello en grado tan radical como el que a su vez  se dio en los siglos XV y XVI durante el Renacimiento cuando preclaras figuras como Copérnico, Galileo, Kepler y más tarde el propio Newton desbancaron las rancias ideas medievales sobre la realidad del mundo. Es a esta  expansión cualitativa del conocimiento científico contemporáneo,  a la que Peat y Briggs conciben como un segundo Renacimiento, la cual presenta además una característica sui generis,  porque si bien en el primer Renacimiento la revolución de la ciencia tardo siglos en desarrollarse, ahora la nueva visión de la realidad en este segundo Renacimiento podría tomar tan sólo unas pocas décadas.

El ensayo que comentamos después de una rápida referencia a la relatividad einsteniana y a la física cuántica se explaya en estas teorías del espejo como son las del afamado físico David Bohm y las de Ilya Prigogine, Rupert Sheldrake y Karl Pribram, planteamientos cuya influencia «[…] podría trastocar muchos de los supuestos  más profundos  de teorías tan angulares como la teoría cuántica, la relatividad y la teoría de la evolución».

Peat y Briggs  creen que todas estas revoluciones teóricas  dentro del nuevo paradigma del espejo, son los heraldos de una tan radical revolución en el conocimiento, que refiriéndose a las afirmaciones del filósofo e historiador de la ciencia Thomas Kuhn, quien ve el desarrollo científico caracterizado por profundos cambios revolucionarios en el contenido teorético de las teorías científicas, de modo  que para Peat y Briggs estamos ad portas de un cambio de paradigmas del pensamiento científico como aquellos que señala Thomas Kuhn.

El Dr. Rupert Sheldrake uno de las más innovadores biólogos  actuales, hace referencia  en un ensayo suyo  a cómo la ciencia clásica terminó por sustraer todo principio ‘animante’ de la Naturaleza, la que así devino en una máquina automática totalmente carente de alma.   Sin embargo y desde la teoría del Big Bang el mundo empezó a ser concebido como un ente que se ‘desarrolla’ y crece por ende y como dice Sheldrake el Universo resulta  «un organismo que está todavía creciendo y en vías de desarrollo».

Podríamos entonces decir que el Universo empezamos a concebirlo como una totalidad viva, fluyente y palpitante conteniendo en sí todo ente existente: inerte o viviente incluyendo obviamente al propio ser humano, éste como el vértice o cima de toda  la creación. Tal  visión empieza a aproximarse al viejo orden del saber metafísico y espiritual, por ende podemos decir que si  en el primer Renacimiento en los siglos XV y XVI se dio un gap entre la Ciencia y la Creencia cada vez más profundo, en este segundo Renacimiento se estaría por el contrario dando un gradual reacercamiento de esos dos grandes campos del saber.

lunes, 3 de octubre de 2011

CIENCIA Y CREENCIA:DOS ESPACIOS EN CONTRAPOSICION

F.S.C. Northrop en The Meeting of East and West   al ocuparse de la cultura mexicana prehispánica, muestra cómo la creencia religiosa conformaba una tríada orgánica     con el conocimiento de las cosas y  con el valor de lo estético, observación que se ve confirmada con las culturas prehispánicas como las del Perú y en general en la cosmovisión de las culturas de la Antigüedad. Sin embargo la civilización occidental en su fase actual presenta un virtual divorcio entre esos tres campos, muy especialmente entre los de la ciencia y el de la creencia.

Este alejamiento tiene su origen cuando los primeros escarceos de la ciencia desde los siglos XV y  XVI a partir de las ideas de Copérnico, Kepler y Galileo, se enfrentaron al dogmatismo doctrinario de la catolicidad romana y al tenebroso poder de la Inquisición. Pero para la   Iglesia la confrontación iba a serle crecientemente adversa, ya que frente a los logros sucesivos que iba alcanzando la ciencia, especialmente a partir de las ideas de Newton, la perspectiva eclesial afectada además por la Reforma de Lutero, iba perdiendo terreno en el propio seno de la cristiandad debido a su aferramiento a la intransigencia confesional, actitud que ahogaba toda posibilidad de renovación de la propia visión religiosa de acuerdo a los nuevos tiempos iniciados desde el Renacimiento. En contraste con este decaimiento de la Iglesia,  la flamante revolución de la ciencia traía la singular novedad de una nueva forma de entender la realidad, ahora  por medio del intelecto y de la experimentación científica

Pero conforme la propia ciencia sumaba logro tras logro, ella iba cayendo en un mimetismo con el otrora clima de intransigencia de la cristiandad, al ir adoptando el mismo espíritu del dogmatismo confesional. En otras palabras la razón intelectual, erguida ahora como  única referencia válida de la verdad, dictaba que aparte de la perspectiva científica lo demás carecía de todo valor de autenticidad y validez. De otro lado la ciencia  impuso su impronta en el pensamiento moderno condicionándolo a paradigmas que daban lugar a una visión única de la realidad bajo la perspectiva cientificista.

Hoy en plena fase de la postmodernidad el hombre contemporáneo se encuentra ante una doble decepción: en efecto si bien en la pre-modernidad  el mundo era uno más de injusticias y sufrimientos que de felicidad, el hombre  se refugiaba en la idea de un  ‘paraíso celestial’  al final de esta vida, pero cuando la modernidad fue afianzándose y tornándose cada vez más convulsa y dado que la visión cristiana no supo adecuarse a los nuevos tiempos,  entonces aquella imagen de lo celestial dejó de tener actualidad. De otro lado, respecto a los ‘paraísos terrenales’ que hasta la primera década del siglo XX ofrecían la ciencia y la tecnología, la humanidad ha ido encontrándose ante problemas de cuya agudeza son responsables no pocos de los propios avances y logros tecnológicos.

Pero así como la catolicidad debió su amenguamiento a cuando la pura y prístina verdad evangélica se vio progresivamente suplantada por el dogmatismo amén de que el usufructo del poder terrenal infestó a la Iglesia hasta caer en los excesos que rebelaron a Lutero; la ciencia también empezó a perder el camino de su vocación primigenia en la búsqueda de la verdad racional,  al supeditarse a los intereses del poder de lo económico que condicionaba la investigación científica a sus miras mayormente materialistas y utilitaristas.

lunes, 26 de septiembre de 2011

MAS ALLA DE LOS PESIMISTAS Y LOS OPTIMISTAS

En la nota anterior[1] se hizo referencia a dos formas de interpretar el momento actual de la civilización occidental, en un caso,  y bajo la perspectiva de John Naisbitt y centrándose en los campos de lo económico, lo tecnológico y lo político, planteaba una perspectiva por demás optimista del mundo en la década de los ochenta del siglo pasado. En el caso de la perspectiva de Lester R. Brown, otros hechos de carácter problemático dentro de los mismos mencionados campos llevan a plantear una visión pesimista del mismo momento. Ambas interpretaciones dejaban abierto el  interrogante de si  la civilización occidental estaba en auge o en decadencia.

Pero podemos aquí referirnos a una tercera interpretación comprensiva de la optimista y la pesimista, posición que permite una mejor aproximación a los fenómenos que tan radicalmente están afectando a las sociedades postmodernas. Nos referimos a la que señala el conocido estudioso de la problemática social: Alvin Tofler[2], quien describe que las sociedades humanas a lo largo de la Historia, ha sufrido tres períodos o épocas de cambio que terminaron su profunda transformación, y a las que Tofler enumera respec­tivamente como la  ‘Primera Ola’ y que se refiere al desarrollo de una economía agraria, la ‘Segunda Ola’, que corresponde a la fase industrial en trance de terminar, si es que no ha termi­nado ya, y finalmente  la ‘Tercera Ola’ que es la que la Humani­dad está empezando a vivir.

Por supuesto, Tofler no sólo no desconoce la existencia de autén­ticos peligros como la aniquilación nuclear, los desastres de orden ecológi­co o la ola general de violencia que atraviesa el mundo, sino que incluso reconoce que cualquiera de ellos puede «alterar de forma catas­trófica la historia futura». A estos peligros, Tofler coincidiendo con Brown subraya el problema de la obsolescencia de los sistemas políticos actuales, factor que a su juicio constituye una de las más serias amenazas a la situación actual, porque es ahí donde hay menos imaginación y creativi­dad ante los problemas modernos, por ende, es donde se da menos posibilidades de plantear innovaciones fundamentales e impostergables, innovaciones verdaderamente cruciales si queremos retomar la línea de una ascensión  de progreso tanto material  como cualitativo en el devenir de la historia

Lo que es importante subrayar  es que la Tercera Ola de Tofler al extraer de la Historia ciertos signos claves en la evolución de los tiempos, plantea una perspectiva que recurre más a lo a lo cualitativo que a lo puramente cuantitativo, y es significativo cuando su autor nos dice que debemos liberarnos de juzgar la época actual como una de extravío colectivo ya que: «bajo el tumulto y el estrépito de acontecimientos aparentemente desprovistos de sentido yace una sorprendente pauta, potencialmente llena de esperanza.[...] La Terce­ra Ola se plantea para los que creen que la historia, lejos de concluir, no ha hecho sino empezar».

En otras palabras para Tofler la Humanidad se encuentra en el umbral de un nuevo amanecer en el ámbito universal y sin parangón en la historia, ya que  implica ni más ni menos el surgimiento de una nueva civilización  que se fundamentaría en una serie de nuevos paradigmas, los mismos que abarcarán desde consideraciones en el orden de lo económico y lo político, hasta estilos de vida verdaderamente inéditos y una vigorosa revalorización de los valores axiológicos.

Con los años este positivo vislumbre de Tofler esta siendo confirmado por los signos del tiempo  que iremos señalando en las próximas notas..



[1] DOS PERSPECTIVAS POLARIZADAS ANTE EL MOMENTO ACTUAL
[2]Alvin Tofler: LA TERCERA OLA  (1,980)

lunes, 19 de septiembre de 2011

DOS PERSPECTIVAS POLARIZADAS ANTE EL MOMENTO ACTUALh

Sin duda que la situación mundial actual se muestra entre ambigua y confusa pero no por eso menos angustiosa, ello a resultas de la agudización de problemas como la inestabilidad económica cada vez más preocupante o la escasez   mundial de alimentos y de fuentes de agua frente a la creciente población planetaria, el efecto invernadero en los cambios climáticos o la proliferación de la violencia en más de una forma en diversos órdenes de la realidad.
El grado de confusión actual, presente ya desde la década de los ochenta y noventa del siglo pasado, dio lugar a dos grandes tendencias de opinión bastante polarizada, tendencias a las que podemos distinguir como la ‘optimista’ y la ‘pesimista’. En tal sentido cabe mencionar aquí a dos ensayos aparecidos entre tales décadas y que  encarnan cada una de aquellas dos tendencias, nos referimos  a los informes que sobre la situación mundial publicaron John Naisbitt  y Lester R. Brown , cada uno ejemplarizando respectivamente a la tendencia optimista y a la pesimista.
Naisbitt  centrándose en la realidad de los Estados Unidos aunque en cierto modo proyectando tal imagen al desarrollo mundial, resaltaba como factores decisivos los avances científicos y tecnológicos, el desarrollo de la economía y de las comunicaciones, el  creciente estándar de vida de la población y las cada vez mayores expectativas de salud y longevidad. Todo aquello conformaba según Naisbitt un proceso de auge no sólo norteamericano sino mundial que no tenía parangón en la historia. Esta visión tan afirmativa era también coincidente con el impacto que causó la publicación de Francis Fukuyama,  quien a raíz de la caída del Muro de Berlín y de la disolución de la Unión Soviética, exponía en su ensayo: El Fin de la Historia  que el mundo entraba a una era sin procedentes de progreso a modo de una suerte de cenit en la historia de la humanidad.
Brown a diferencia de Naisbitt proyecta decisivamente su perspectiva a nivel mundial haciendo referencia la la creciente impotencia del Estado-Nación  ante una serie de problemas a escala planetaria, problemas  como ya en ese entonces eran el aumento de la población mundial, la escasez de producción alimenticia, la inestabilidad y el desorden monetario o el problema de la droga-adicción.
Como puede apreciarse de aquellas dos visiones la optimista de Naisbitt ha quedado bastante desautorizada por el curso de los acontecimientos actuales a nivel planetario, sin embargo algunas de las mega-tendencias por él señaladas siguen aún en pie, ya que continúa el ritmo creciente de logros científicos, tecnológicos y en las comunicaciones, incluso se  ha mantenido el impulso hacia los sistemas democráticos de participación ciudadana. En el caso de Brown su perspectiva lamentablemente ha quedado por demás confirmada, ya que la realidad mundial engarzada dentro del proceso de globalización actual  revela un panorama cada vez más agudamente problemático, reto que impone a la humanidad encontrar nuevas soluciones realmente innovadoras.

Hasta lunes 26, Dios mediante

sábado, 3 de septiembre de 2011

¿ES QUE ESTAMOS ANTE UNA CRISIS MUNDIAL?

THE DECLINE AND FALL OF EUROPE  es el titular de un TIME[1] reciente, el cual se refiere a la actual coyuntura económica de la Unión Europea,  titular que termina con la breve aunque inquietante frase de: AND THE WEST, frase que   insinúa la idea de que la crisis  económica europea podría estar extendiéndose a todo el mundo occidental.
El artículo de TIME nos describe lo que está sucediendo en Europa, donde no sólo países menores como Grecia se debaten aún en una  crisis de default, sino que naciones más importantes como España e Italia estarían bordeando la misma situación, sucesos que amenazan con la estabilidad del euro  y la propia permanencia de la Unión Europea.
Pero si bien es más que preocupante la extensión de la crisis que señala el artículo que estamos comentando, debemos tomar en cuenta que además el mundo occidental y el propio ámbito planetario, asiste a la persistencia de otros problemas aún más severos que la propia crisis económica. Basta hacer referencia a algunos de éstos como son los cada vez más agudos  trastornos por los cambios climáticos y ecológicos, al flagelo colectivo de la drogadicción y la nefasta red de los cartels que las suministran, la amenaza permanente del terrorismo islámico, o el creciente número de poblaciones, sobre todo en Africa, diezmadas por la hambruna    y la enfermedad.
En otras palabras la convergencia de la crisis económica de Occidente  con los críticos procesos que acabamos de mencionar, lleva a la seria conclusión de que a lo que estamos asistiendo es a una verdadera conmoción mundial, cuya dramática severidad  podría acusar algún paralelo y quizás hasta superar en agudeza lo en su tiempo fue para el mundo grecorromano  la decadencia y ocaso del Imperio  Romano. 
Pero frente  a  perspectivas tan dramáticas hay que tener muy en cuenta que el término de las muchas culturas y civilizaciones antecesoras de la era actual, no significó ni el final de la historia ni ningún fin apocalíptico de los tiempos, ya que es un hecho que a lo que fenece le sigue siempre un nuevo orden cualitativamente superior ,
Pero surge entonces el serio interrogante: ¿qué hacer frente a los estremecimientos  de la hora actual?. Cabe comenzar por descartar la opción de una pasividad de un cruzarse de brazos, ya que contamos con un nivel sin parangón en la historia en los logros científicos y tecnológicos en general y en el conocimiento integral del hombre en sí, ingentes recursos con los que la humanidad puede ejercer un rol decisivo en optimizar el proceso de emergencia de la nueva era histórica que siga a la actual civilización occidental.
Cabe identificar dos tareas inmediatas que la humanidad debe acometer al máximo de su capacidad creadora; la primera se refiere a un amplio esfuerzo interdisciplinario para identificar los múltiples aspectos tanto positivos como negativos que caracterizan a la  civilización occidental, y con tan bagaje alcanzar una comprensión de lo que nos está sucediendo. La segunda surge de la primera, esto es emprender una verdadera cruzada que desde la actual generación y las que le sigan,  que permita adelantar y optimizar el alumbramiento del nuevo orden cultural que sucedería a la actual civilización occidental.
La humanidad hoy tiene el muy significativo privilegio inédito en la historia,  de poder cobrar conciencia de lo que está sucediendo en su propio tiempo  e ir encauzando la corriente de la historia hacia un sino por demás positivo.

Volveré el lunes 12, Dios mediante



[1] TiME del 22-08-2011