El profesor norteamericano Richard M. Morse en su ensayo El Espejo de Próspero hace referencia a lo que llama la Prehistoria europea de las Américas, período que obviamente incluye también al Perú y sin el cual no es posible una cabal comprensión del proceso formativo de las naciones como la nuestra. Tal período señalado por Morse va desde el siglo XIII al XVII y en él ocurren cruciales desarrollos «de urbanización, de ascenso de la burguesía, consoli¬dación de los estados nacionales, pluralización religiosa, des¬arrollo capitalista, expansión ultramarina y cientifización de la visión del cosmos del hombre”.
A su vez y refiriéndose a ese mismo período el filósofo mexicano Leopoldo Zea destaca como a fines del siglo XIII Tomás de Aquino había dado lugar a su famosa Summa Theologica, aquel gran sistema metafísico que establece las bases filosóficas de un orden cósmico afín al orden político vigente en el medioevo, y que al concebir a Dios como razón se accede a la comprensión de la realidad instituida por el propio Dios.
Ahora bien, frente a este apogeo escolástico encarnado en la Summa Theologica , se yergue la llamada filosofía teológica de los franciscanos ingleses de Oxford: Roger Bacon, Duns Scoto y Guillermo de Ocam cuya concepción es la de «individuos que nada quieren saber de un orden que los trasciende y domine». Como señala Zea las semillas del antropocentrismo moderno ya estaban lanzadas a la Historia , semillas que «disolverán el gran sistema metafí¬sico del Doctor Angélico».
Los franciscanos ingleses devienen así en una suerte de campeones de una visión que en abierta oposición a las posiciones tomistas, echaban las bases de una filosofía cada vez menos teológica y más doctrinariamente laica. Estamos frente a las manifestaciones tempranas de lo que iba a ser la modernidad renacentista y que iban a dejar sin fundamento no sólo al orden cósmico medieval de Tomás de Aquino sino al propio orden socio-político que del tomismo se derivaba.
Se da así, de hecho, una renuncia filosófica a la comprensión no sólo de la racionalidad y del conocimiento de Dios, sino también a la aprehensión de lo divino en la esencia de la Naturaleza —caras afirmaciones en la visión escolástica—, y que al renunciar a ella surgió una nueva concepción: la de un entendimiento funcional de la natura¬leza y de lo puramente fenoménico. Para Leopoldo Zea se ve aquí el fundamento de la visión moderna de lo utilitario a ultranza, así de ahora en adelante la naturaleza debía ser transfor¬mada para servir a los intereses y propósitos del hombre, referencia protagónica y obligada para el hombre moderno.
Así, el ser humano en la visión franciscana inglesa, si bien queda dotado de razón, es ahora un ente aislado de Dios, sólo dispone de aquella razón puramente humana y la que dispondrá para el conocimiento ‘racional’ de la naturaleza, ésta en su condición de ser puramente funcional, por ende ahora la naturaleza debía ser transformada para servir a los fines humanos.
Este antecedente: rol decisivo del pensamiento reformador de los frailes ingleses, es uno de los factores que contribuirá a que Inglaterra surgirá como la campeona de la nueva visión de la modernidad, en contraste con el rol histórico de España que frente a los nuevos tiempos asume la responsabilidad de rescatar el legado y la riqueza del pensamiento escolástico en la versión de Santo Tomás de Aquino, rol el de España al que haremos referencia en la siguiente nota y que con la herencia de la sabiduría y experiencia histórica de lo americano prehispánico devendrán en los dos grandes factores decisivos del complejo proceso formativo del Perú.
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