lunes, 28 de noviembre de 2011

NORUEGA: LAS CONTRADICCIONES DENTRO DE UN PAIS EJEMPLAR

En el último informe anual de Naciones Unidas sobre el Indice de Desarrollo Humano  (IDH) a nivel mundial, Noruega encabeza por un año más la lista de los países que acusan un óptimo desarrollo y que la califica como la nación donde  mejor se vive a nivel mundial. Sin embargo, es en este país que a juzgar por el IDH resulta idílico,   donde el pasado 22 de julio se produjo un atentado terrorista que costo la vida a 77 víctimas, atentado que no ha sido perpetrado por algún conocido grupo terrorista internacional,  sino por un ciudadano noruego: Anders Behring Breivik, 

¿Quién es Anders Behring Breivik? Se trata de un empresario, cristiano luterano, políticamente conservador  y derechista de tendencia  nacionalista,  crítico severo del Islam y de la admisión europea de los refugiados de otros pueblos. Sus convicciones cada vez más extremas desde comienzo del siglo XXI, han llevado a este sujeto ha calificar el atentado de su autoría como una acción ‘atroz’ pero ‘necesariaʼ.

El que en un país como Noruega haya ocurrido tal insanía y perpetrada además por un ciudadano noruego, permite ver la peligrosa situación que deriva de  los actuales extremismos fundamentalistas cada vez más extendidos. El fenómeno surge cuando determinado aspecto de una posición religiosa o ideológica se convierte en un absoluto dogmático,  proceso que pronto desemboca en una actitud de violencia vindicativa y correctora de aquello que es contrario a tan excluyente visión.

El fundamentalismo religioso o ideológico resulta de un intento  de encuadrar toda un campo del conocimiento  en un único aspecto de aquel, lo que lleva necesariamente a confundir en grado enceguecedor el todo con una determinada parte  de dicho todo. Tal reduccionismo y la actitud de intolerancia hacia lo que no reza exactamente con la afirmación dogmática, genera un perturbador clima emocional de violencia que justificará todo medio para imponer  el dogma religioso, económico o político. Tal violencia no dudará en llegar a la insanía criminal  que se ejercitará sobre grupos de gente inocente,  por el sólo delito de no pertenecer  a la visión extremista que se quiere imponer.

Si bien el dogmatismo religioso se ha dado en diferentes culturas, la ideología es un rasgo inédito de la civilización occidental que a partir de fines del siglo XIX dejara  de lado   la otrora posición enciclopedista de la Ilustración del siglo XVIII, generalizándose  el grave error de reducir  toda la realidad  a una parte de ésta, reduccionismo que a la larga conduce a la intransigencia y a la violencia, flagelos que se agravan actualmente con el  divorcio contemporáneo entre el conocimiento científico y el campo de lo metafísico y de lo espiritual.

lunes, 21 de noviembre de 2011

PERU: LA AFIRMACION DE NUESTRO PROCESO FORMATIVO

En las dos notas anteriores se han descrito muy sucintamente los rasgos más relevantes de nuestras dos fuentes formativas; el humanismo neoescolástico y la tradición y el saber americano prehispánico, fuentes ambas que al converger en nuestro proceso afirmativo han hecho de éste un desarrollo complejo y difícil,  pero por ello mismo de gran riqueza creativa y promisoria.

Si queremos constatar como han ido influyendo en nuestro desarrollo una y otra de esas dos fuentes, y comenzando con la influencia histórica del humanismo cristiano como legado hispano, basta ver dos ejemplos señeros: Miguel Grau, el Caballero de los mares,  a quien la violencia de la contienda con Chile no le impidió el rasgo humanitario de remitir a la viuda de Arturo Prat la espada y pertenencias del marino abatido; y  Francisco Bolognesi afrontando una situación aciaga con la serenidad y grandeza plasmada en esa frase suya de cumplir con su deber hasta ‘quemar hasta último cartucho’.

En tiempos más recientes al iniciarse la Revolución de Fidel Castro en Cuba, fue el Canciller peruano: Raúl Porras Barrenechea, quien en un singular gesto de hombría y dando la gran lección de respeto a la integridad política de los pueblos, se enfrentó al ukase norteamericano que en la Conferencia de San José de la OEA en 1,960 exigía el ostracismo de Cuba. Gesto altivo y señero el de un Porras enfermo y delicado de salud y que incluso fallecerá muy poco tiempo después.

En cuanto a la impronta de lo andino en el desarrollo  del país basta mencionar lo que se ha denominado el proceso contemporáneo de ‘cholificación’ del Perú, proceso que se pone de manifiesto especialmente a partir de la década de los años cincuenta del siglo pasado, década en que  se inicia una migración masiva del hombre andino a las ciudades de la costa. Las consecuencias de tal proceso al que José  Matos Mar denominó el Desborde Popular de la realidad nacional peruana, tiene un sentido por demás positivo y creativo, basta señalar que tal proceso dio lugar a la emergencia de los actuales Conos que circundando Lima y las principales ciudades costeñas, son hoy un enjambre de dinamismo y progreso para vastos sectores descendientes de esos originales inmigrantes andinos, quienes al ver que la riqueza no venía a sus lares tomaron la decisión heroica de ir ellos hacia donde estaba el auge de la riqueza.

El milagro de cómo las otrora ‘barriadas’ de esteras y calaminas en nuestros arenales se transformaron en aquellos conos urbanos, es la mejor demostración de cómo la pujanza de lo andino y sus normas y valores comunitarios hizo posible tal milagro de creación en sólo unas décadas.

Hoy el Perú ostenta un record extraordinario de crecimiento que nos convierte en un país líder en América Latina, pero podemos decir que si bien aquello es el resultado de haberse mantenido el modelo económico de desarrollo desde finales de los años noventa, tal logro es también una manifestación evidente de que en todos los lares y estamentos del país, vivimos hoy todo un proceso de desarrollo  social y de nuestra personalidad básica, proceso que obviamente aun está lejos de haber llegado a su plena madurez, pero que si evidencia el proceso histórico de una nación que está construyéndose desde sus propias bases sociales. Ello ocurre precisamente gracias a la convergencia de aquellas dos grandes fuentes formativas nuestras: el humanismo hispano y cristiano y la vieja cultura prehispánica.

lunes, 14 de noviembre de 2011

LAS DOS GRANDES FUENTES FORMATIVAS DEL PERU [II]

La segunda gran fuente formativa de lo peruano y lo indohispánico está conformada por los valores y la visión que caracterizan al mundo andino, tanto el quechua como el aymara. La valorización de nuestra tradición prehispánica se ve confrontada por el proceso de desmitificación que hoy caracteriza a la civilización occidental, amén de la pronunciada tendencia de la modernidad hacia el imperio de lo puramente cuantitativo en desmedro de lo cualitativo.  

El hombre contemporáneo postmoderno deviene hoy en una suerte de recinto aislado, una verdadera ’mónada’ humana tan subjetiva como mecanicista, por ende divorciada tanto respecto a los otros hombres como ante su propia realidad como ser humano, pero también frente al orbe cósmico del universo. El hombre ha terminado reducido a un suerte de ente  encerrado dentro de su egoísta individualidad, con una identidad constreñida sólo a su naturaleza fenoménica y funcional y reducida a meros índices cuantitativos. En el universo del hombre contemporáneo ni aún el misterio de la vida posee sentido o propósito alguno.

Frente a este cuadro de la modernidad occidental, el mundo de lo andino se yergue pleno de significados y de experiencias vitales y ajeno a aquella egoísta soledad de la postmodernidad actual. El hombre andino vive dentro de una urdimbre de lazos intensamente vivenciales de solidaridad plena con su comunidad y en una relación telúrica y umbilical que lo une a la madre tierra, la Pachamama y a los Apus. La realidad como un todo solidario del cosmos y del hombre abarca tres grandes mundos: el de ‘arriba’ o celestial, el de ‘aquí y ahora’ o terrenal y el de ‘abajo’  o mundo subterráneo, mundo éste en el que los muertos siguen viviendo lado a lado con las fuerzas germinales en las entrañas de la Pachamama. Dentro de esa urdimbre de relaciones,  las figuras sagradas cristianas están en una simbiótica relación con las deidades y valores prehispánicos que subsisten hasta hoy, dándose un singular sincretismo de lo católico con lo andino prehispánico, sincretismo que estudiosos como el Padre Manuel Marzal y otros, las consideran expresiones auténticas y singulares de la religiosidad de los pueblos andinos.

Pero el mundo andino no se limita a lo que podríamos llamar los significados de orden metafísico o religioso. El hombre andino ha sabido preservar ideas como la unicidad del espacio y del tiempo expresada en el término único de pacha concepción que  significa simultáneamente espacio y tiempo precediendo desde antiguo a la idea einsteniana del continuo espacio-tiempo. Hay una interrelación diríamos osmótica entre los ciclos del pasado, el presente y el futuro, dándose verdaderas crisis cíclicas o pachacuti en el devenir del tiempo y de  la historia, devenir del tiempo en una suerte de espiral  que conjuga la vieja noción prehispánica del tiempo cíclico y la linealidad del tiempo escatológico o de las últimas realidades del cristianismo.

Hasta aquí llega esta revisión, sucinta en extremo, de las dos grandes fuentes formativas de lo peruano y del mundo indohispánico[1], pero con lo expuesto podemos apreciar, como lo hacemos en una próxima nota, la riqueza de la potencialidad creativa de una y otra fuente en el proceso formativo de nuestra forma de ser. Es en la complementariedad de ambas, donde se encuentra la clave  crucial del proceso afirmativo de nuestra identidad.





[1] Lo indohispánico comprende el espacio de la Comunidad Andina en su versión original 

lunes, 7 de noviembre de 2011

LAS DOS GRANDES FUENTES FORMATIVAS DEL PERU [1]

El proceso que ha ido dando forma a nuestra forma de ser como país, es uno bastante complejo al  confluir en él dos grandes fuente formativas: la visión humanista a la que cabe denominar como la perspectiva neoescolástica y que nos trajo España,  y la singular riqueza de la tradición enraizada en lo americano prehispánico, la que aunque mayormente se vive en el llamado Perú  Profundo, sin embargo también  influye decisivamente  en la evolución de la realidad nacional. El reconocer la profunda huella de estas dos fuentes en nuestra forma de ser, no significa para nada desconocer todos los aportes que otras culturas de diversas partes del mundo han contribuido al acervo cultural de lo peruano.

Ocupándonos de inmediato de la primera fuente: la de aquel humanismo neoescolástico, para referirnos luego en la próxima nota al gran aporte  de los pueblos prehispánicos, podemos decir que el humanismo español de raigambre cristiana es una perspectiva que ha conferido una singularidad al carácter nacional del Perú, aunque acusando una distancia respecto a la otra gran perspectiva de lo que fue dándose como la ‘modernidad’ europea del Renacimiento en los siglos XVI y XVII.  Tal movimiento de la modernidad pronto empezó a acusar ciertos aspectos que se contraponían a la tradición cristiana medieval y escolástica, tradición ésta a la que España asumió la tarea histórica de conservar. Es a esto a lo que se denomina el neo-escolasticismo y que se enraíza en la singular obra de Santo Tomás de Aquino al escribir su Summa Theologica,  tratado que instituye todo un ordenamiento social, cultural y espiritual abrevado en la tradición cristiana medieval.

Hay que dejar esclarecido que tal tradición del neo-escolasticismo es una profunda indagación, dentro de la perspectiva cristiana, del triple misterio del mundo y del cosmos, del hombre en sí y del orden de lo divino y lo trascendente. Es más el neo-escolasticismo estuvo muy lejos de ser una mera preservación inmovilista de la historia, al haberse orientado hacia una lúcida actualización de la tradición medieval ante las  insoslayables realidades de la nueva época de la modernidad. Basta mencionar el haber instituido el Derecho Internacional para regir la relación entre las naciones del orbe.

El neoescolasticismo acusa hoy una especial actualidad,  como lo demuestra la obra de filósofos de la talla de Jacques Maritain, dándose en dicho movimiento una convergencia entre los órdenes de lo espiritual y de lo  temporal bajo el signos de la libertad,  ello no sólo en el sentido de lo político y lo económico sino como facultad inalienable del alma humana. El humanismo neoescolástico no es ajeno al perfeccionamiento permanente de la institucionalidad social, cuidando que tanto a nivel de lo individual como de lo colectivo impere el ‘bien común’, éste en su doble dimensión de lo espiritual y de lo temporal.

Lo expuesto es suficiente para atisbar la riqueza de la herencia neoescolástica de los pueblos americanos indohispánicos justamente en estos tiempos signados por la aguda crisis de valores que aqueja la civilización occidental,  herencia cuyas posibilidades en la creación de una nueva cosmovisión de la realidad, permitirá devolver al hombre contemporáneo un nuevo sentido de armonía entre lo sagrado y lo profano.