En la nota anterior se ha visto la contraposición que en el plano de lo filosófico y de los valores se dio entre España e Inglaterra. Así España optará por mantenerse fiel a la tradición epistemológica medieval, por ende se identificó con la perspectiva neoescolástica, cuya vigencia se mantiene actual aún hoy en día. Inglaterra en cambio asume una perspectiva contrapuesta al hacer suya la visión de los franciscanos de Oxford, quienes como afirma Leopoldo Zea «perfilan al hombre y ciencia modernos».
Aquella diferencia de visión entre esas dos naciones irá de la mano con una confrontación abierta entre España e Inglaterra, la que se manifestará tanto en el terreno de lo político y lo militar como en sus respectivos modelos de colonización del continente americano. Según Juan A. Ortega y Medina a quien acota Leopoldo Zea, se puede señalar como factores en pugna entre ambos modelos: el de la posición de la Reforma protestante versus la Contrarreforma , el desarrollo náutico inglés versus el estancamiento naval español, y entre el ordenamiento social de Inglaterra mayormente en base a la iniciativa privada y a la libertad de comercio, versus el férreo control y monopolio comercial en España.
Puede señalarse que paradójicamente el engrandecimiento de España al consolidar su imperio en la América nuestra, dará lugar a un ocaso relativamente rápido del poder español a resultas de las guerras de España en Europa, conflictos que derivan del haberse reunido en Carlos V las coronas de España y del Sacro Imperio Germánico, conflictos que llevaron a una rápida dilapidación del ingente caudal de oro y plata proveniente de las colonias americanas españolas. Inglaterra por contraste y como bien acota Zea, al estar poco interesada en ser una fuerza hegemónica en Europa, dio preferencia a desarrollar su propio imperio continental americano.
Cabe ahora referirse a la visión prejuiciosa de la ‘Leyenda Negra’ del coloniaje español, porque si bien es innegable la crueldad, las vejaciones y el despojamiento de los pueblos prehispánicas, así como el habérseles diezmado a resultas de las enfermedades traída por los conquistadores; sin embargo los detractores de España silencian que desde el primer momento hubo mestizaje de sangres, que la Iglesia Católica recibía como fieles a los indios dentro de la comunidad religiosa de la sociedad colonial, o que las leyes de la Corona tuvieron un claro sentido protector y de reconocimiento de la condición de seres humanos de los americanos oriundos.
Pero si de una Leyenda Negra se trata también cabe aplicarla a la colonización inglesa, como es el haber aplicado como argumento ‘científico’ el que los naturales de la América inglesa correspondían a una especie humana inferior a la de los colonizadores, de modo que el afán de la pureza étnica inglesa resultó aún más vejatoria que la ejercida por España, al irse traduciéndo ello en el despoje de territorios indios y no pocas veces en la abierta exterminación de grupos aborígenes de la América del Norte.
En resumen: la relativamente rápida decadencia del Imperio Español ya desde los siglos XVI y XVII, contrasta con la expansión mundial del imperialismo inglés. Ello implicará que mientras el modelo democrático y del liberalismo económico se afianzó, incluso cuando Estados Unidos deviene en una nación independiente, los países nuestros se moldearon bajo una institucionalidad derivada del anacrónico orden político y social español. Pero a cambio de esto, si en la América del Norte prevalecerá la visión del pragmatismo utilitario propenso al individualismo y al puro materialismo, en lo más hondo del proceso formativo de países como el Perú, se enraizaron las ideas del humanismo solidario neoescolástico, legado que irá aunado a la riqueza de la cultura y sabiduría de lo americano prehispánico.
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