La pregunta que se plantea lleva a otros
interrogantes no menos serios: ¿Cómo comprender lo que está sucediendo ahora?
¿Cómo vislumbrar su impronta sobre el futuro que adviene y entonces decidir qué hacer?. Sin embargo a pesar de una cuasi imposibilidad
de descorrer el velo que nos oculta lo que está por venir, sabemos bien que
ante los preocupantes signos de la crisis general que hoy vivimos, sencillamente
no podemos cruzarnos de brazos; por ende se impone encontrar derroteros y
plantear medidas para afrontar las turbulencias actuales.
En términos obviamente muy generales podemos
asumir que pueden darse dos caminos o modalidades a seguir, en los que
sorteando el riesgo de no pocos errores al emprenderlos, sin embargo podríamos llegar
a baruntar cómo lo que hoy está sucediendo esté ya conformando el arcano del
futuro que se nos viene encima.
El primero de tales caminos y al que aquí
vamos a referirnos consiste en indagar lo
que en una nota anterior[1] hemos llamado ‘leer los signos del tiempo’, que se sustenta en la idea de que a los
acontecimientos que día a día jalonan nuestra actualidad, les es inherente un
significado que no siempre aparece en la superficie. El otro camino se basa en
observar cómo ciertos sucesos de
estadios históricos ya recorridos en el tiempo, ejercieron cierta significativa
influencia sobre los hechos de una época posterior o incluso en nuestro propio
tiempo actual, ya sea porque algunos
acusan cierta analogía con desarrollos posteriores que parecerían paralelos, o porque otros resultan
ser factores condicionantes de sucesos que ocurrirán en épocas siguientes.
Refiriéndonos al primero de aquellos dos
caminos: la lectura de los signos del tiempo actual, tal camino se ejemplariza
en las notas anteriores que versaron sobre los movimientos juveniles de los
‘Indignados’, lo que nos permitió no sólo apreciar como la gravedad de la
crisis económica actual de Unión Europea al afectar muy seriamente las
expectativas futuras de los jóvenes europeos, tal crisis devenía en un nuevo factor
perturbador de la estabilidad general del mundo actual. Pero además el observar
el fenómeno de los Indignados nos obligaba a no olvidar cómo la inquietante crisis
económica europea en sí, era una suerte
de ‘réplica’ del cataclismo que fue la desastrosa quiebra del sistema bancario
norteamericano en el 2,008, crítica continuidad que demuestra cómo dos
situaciones distintas al eslabonarse causalmente una con otra, dan lugar a una
tercera como es el caso comentado de las
protestas masivas europeas hoy proyectadas a otras naciones del mundo
occidental.
Otro caso que ilustra esta modalidad de
leer los signos del tiempo se aprecia en una nota anterior[2] que comenta el execrable acto terrorista del pasado mes de julio en
un país modelo como Noruega, reflexión que nos llevó a consideraciones sobre el
pernicioso fenómeno de los
fundamentalismo actuales, sean éstos de índole ideológica como el caso en cuestión
y que también aparece en Estados Unidos en movimientos como el llamado Tea
Party, o al fundamentalismo de índole religiosa que surgen no sólo en el Islam sino también en
algunas sectas cristianas.
Las indagaciones que irán resultando de la
lectura de los signos del tiempo,
exigiría un trabajo interdisciplinario de
los analistas especializados en tal
campo con expertos de los diferentes campos de la actividad humana, y llegar así a perspectivas que ayuden a
vislumbrar soluciones verdaderamente creativas a nivel de toda la humanidad.
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