lunes, 26 de diciembre de 2011

LEYENDO EL SIGNO DE LOS INDIGNADOS [ II ]

Los movimientos de protesta vistos en la nota anterior pueden dividirse secuencialmente en tres fases: la primera corresponde a las manifestaciones y conflictos ocurridas  al interior de algunas naciones islámicas, la segunda correspondería a las protestas de los ‘indignados’ en  Europa entre las que destaca el caso de España, y finalmente las manifestaciones que bajo el apelativo del ‘Occupy Wall Street’ se han dado  en ciudades de los Estados Unidos para luego extenderse a otros países.

Si quisiéramos establecer una tipología que caracterizara en términos generales a tales tres fases, podríamos establecer  que las ocurridas hasta ahora en el mundo árabe acusan una motivación de orden político,  como es la remoción de regímenes dictatoriales enquistados varias decenas de años en algunos de tales países. También podría decirse que tales movilizaciones son realizadas por vastas mayorías ciudadanas heterogéneas y poco organizadas, que incluso en casos como ha sido el de Libia acusa un carácter tribal.

En el caso de los movimientos de los ‘Indignados’ la masiva presencia juvenil es por demás definida, orientándose la protesta contra el establishment  político y el económico    -especialmente contra las instituciones bancarias- , habiéndose dado casos en los que la protesta  ha degenerado en  actos de vandalismo y saqueo. Un caso aparte por su significado y singularidad resultan ser los ‘indignados’ de España por las razones que oportunamente veremos.

Finalmente el  grupo ‘Occupy Wall Street’  viene constituido  por manifestaciones callejeras poco numerosas y conformadas por ciudadanos de distintos estratos sociales, manifestándose la protesta en términos de abierta condena contra «[…] los políticos y las financieras para las que trabajan […]»

En adelante nos vamos a centrar en el caso de los ‘indignados’ europeos y de los ‘Occupy Wall Street’ por ser tales movimientos  la manifestación de un gran descontento e indignación contra el establishment político y bancario.

Como ya se dijo  las  protestas que se están dando en el mundo musulmán, son un caso aparte respecto a los movimientos ocurridos en Europa y Estados Unidos, dado que su motivación es de índole política al ser verdaderas insurrecciones de masas ciudadanas contra el poder gobernante, por ende, en principio sus objetivos no conciernen directamente a la problemática del mundo occidental. Sin embargo, en determinado momento y dada la condición de ser movimientos de masas poco o nada cohesionadas, cabe la posibilidad de que la protesta sea finalmente encauzada por grupos extremistas altamente organizados, de modo que a la postre tales naciones musulmanas podrían caer bajo la órbita de un fundamentalismo religioso  radicalmente opuesto al mundo Occidental.

lunes, 19 de diciembre de 2011

LEYENDO EL SIGNO DE LOS 'INDIGNADOS' [ I ]

Sin duda que vivimos tiempos en el que todo el maremágnum de noticias que nos invade día a día, suscita en nosotros   un cúmulo de interrogantes. Pero quizás lo que últimamente parece cobrar  creciente primacía en nuestra preocupación cotidiana, son los movimientos de protesta muy representativos de diferentes sociedades y que hoy con creciente persistencia van extendiéndose por todo el globo.

Las primeras noticias sobre tal fenómeno protestarlo si bien nos llamaban bastante la atención, no parecían tener mayor conexión e importancia en relación al mundo occidental. Nos referimos a verdaderas corrientes de protestas ciudadanas  masivas que iban recorriendo el mundo árabe, ayer iniciándose en Túnez y Egipto para luego seguir con un estado de verdadera insurrección civil en Libia y que hoy con un creciente número de víctimas se da en Siria.

Pero apenas terminábamos de enterarnos de tales desórdenes, cuando otros nuevos empezaron a impresionarnos y preocuparnos bastante más , se trataba ahora de movimientos de protesta típicamente juveniles que recorrían el escenario europeo y a los que pronto se les conoció como el movimiento de los ‘Indignados’, trepidación que yendo desde España fue extendiéndose a impensables países como Inglaterra, pero además pronto y a modo de una réplica de la trepidación, el movimiento saltó el Atlántico y las protestas ahora empezaron a aparecer en el propio Estados Unidos  desde saltaron a su vez a otros países incluyendo Asía y la propia América Latina, movilizaciones estas últimas que empezaron a conocerse con el nombre de ‘Occupy Wall Street’

Puede afirmarse como una apreciación general que hoy el mundo y el Occidental en particular, está viviendo una época  ̶ como así se ha dado con otras civilizaciones ̶ , que acusa cambios y problemas tan serios como crecientemente preocupantes, épocas que suelen predecir la entrada de las civilizaciones a un desarrollo tardío y de decadencia.

Partiendo de tal afirmación se impone por ello esforzarse en vislumbrar cómo serán los rasgos que distingan al nuevo orden de desarrollo que esté por reemplazar al actual mundo que conocemos. y en tal sentido en las notas que seguirán a ésta, nos esforzaremos en tratar de descodificar el sentido y las connotaciones de estos movimientos de protesta que en Occidente son claramente juveniles, un esfuerzo que también iremos intentando con otros sucesos y que bien podemos llamarlo como el proceso de ‘leer los signos del tiempo’. Obviamente como no existen bolas de cristal que nos permitan adivinar el futuro, ni tampoco contamos con famosos oráculos como el de Delfos en la época de los griegos, o el de Pachacamac en el Perú prehispánico, nuestros intentos serán necesariamente relativos en su alcance, sin embargo pretenden introducir elementos de juicio que ayuden a entender qué es  lo  que están tratando de decirnos y advertirnos los jóvenes de hoy de tantas partes del mundo.

lunes, 12 de diciembre de 2011

UNA APROXIMACION A LA COMPRENSION DE LA CRISIS DEL MUNDO OCIDENTAL

Definir lo que caracteriza a las crisis finales de las culturas y civilizaciones a lo largo de la historia, es un  tema que da lugar a diferentes formas de interpretar las conmociones del final de cada época, por lo que conviene acordar a priori  una cierta modalidad metodológica, y con ella evaluar si la crítica problemática actual corresponde o no a un desarrollo ya tardío del mundo occidental.

Dado que es necesario adoptar una determinada modalidad que permita definir lo que caracteriza un estado de crisis final, escogeremos una que es señalada por el historiador inglés Arnold Toynbee en su monumental obra: El Estudio de la Historia. Toynbee comienza por definir todo proceso civilizador,  como  el resultado de las adecuadas ‘respuestas’ de un pueblo a cada ‘reto’ crítico  que debe afrontar durante todo el ciclo de su desarrollo. Pero como señala Toynbee, hacia el final de toda civilización se da un proceso degenerativo en el cual a cada nuevo ‘reto’, las sucesivas ‘respuestas’ son cada vez más inadecuadas y tardías. Entonces el reto persistirá y la crisis cada vez más profunda deviene a la larga en definitivo colapso

Dejaremos por ahora de lado la crisis ecológica ambiental, la virulencia de los actuales fundamentalismos religiosos y políticos, o el crecimiento de la población mundial  y la consiguiente escasez de alimentos y agua, y nos limitaremos sólo al crítico estado de la economía mundial a raíz  de la  crisis bancaria norteamericana, crisis  que en el año 2,008 se proyectó en una reacción en cadena a todo el globo. Pues bien, frente al ‘reto’ de tan crítica situación que ya lleva tres años,  todas las diversas  ‘respuestas’ tomadas por las naciones afectadas han acusado poca o ningún resultado positivo. En una palabra y como juzgaría Toynbee,  se trata de una situación crítica que se profundiza por la sucesión de soluciones  inadecuadas.

Ahora bien si de acuerdo a lo que señalan no pocos historicistas, entre ellos Oswald Spengler[1], asumimos que nuestra civilización como las que nos han precedido, es asimilable a un ente viviente, y como sucede con todo otro organismo cada una de sus funciones están simbióticamente entrelazadas, entonces se colige que la crisis económica actual no es una ‘dolencia’ aislada sino que estará contribuyendo a intensificar aún más  todos los otros trastornos que líneas arriba habíamos dejado de lado, ya que se hará cada vez más difícil, sino imposible, el dar las ‘respuestas’ adecuadas a tales ‘retos’. Concluiremos entonces que Occidente se encuentra ya en una fase tardía de su desarrollo.

Pero si se adopta esta perspectiva  de la organicidad de toda civilización, entonces debemos también tomar en cuenta otro ciclo vital de la evolución de la vida, es el ritmo continuo de nacimiento, ocaso-muerte y renacimiento. En otras palabras si volvemos la vista a todas las culturas y civilizaciones del pasado, vemos que ninguna de ellas ha desaparecido sin antes haber contribuido a la emergencia de los nuevos desarrollos históricos que le siguieron. Por ende a la civilización occidental le tocará alumbrar el surgimiento de otro desarrollo histórico, el que como enseña la historia será un renacimiento a un nivel cualitativo y cuantitativo inéditamente superior a todos las culturas y civilizaciones que nos han precedido.


[1] Oswald Spengler: LA DECADENCIA DE OCCIDENTE.

lunes, 5 de diciembre de 2011

DE LA COSMOVISION PREMODERNA A LA VISION IDEOLOGICA ACTUAL

Puede decirse que desde las culturas de la Antigüedad hasta la pre-modernidad en los siglos XVI y XVII, en los que con el Renacimiento irrumpe el racionalismo científico,  se percibía todo lo existente como una totalidad que abarcaba en una unidad triádica lo divino y trascendente, el mundo circundante y el valor de lo estético. Otra  forma de decir lo mismo es afirmar que hasta la irrupción de la modernidad racionalista, el hombre pre-moderno poseía una verdadera cosmovisión de la realidad de carácter holístico, o sea que percibía lo existente como un todo integrado en todas sus partes, de modo que en su perspectiva de las cosas la creencia religiosa, el conocimiento pragmático y racional y el valor de la belleza conformaban un conjunto totalmente integrado.

Fue así que en el mundo occidental la Edad Media será la última etapa histórica  en que el hombre occidental dispondrá de una auténtica cosmovisión. Basta tener presente cómo durante la Alta y Media medievalidad, un monumento tan emblemático de la época como eran las catedrales góticas, éstas resultaban ser la expresión tangible de una cosmovisión  enraizada en perspectiva cristiana.

En efecto, cada catedral gótica era en sí  un todo comprensivo desde las agujas que coronaban las torres de las catedrales, cuya atrevida esbeltez expresaba el afán espiritual del hombre de ascender hasta las alturas de lo infinito; la complejidad estructural del edificio en sí, una síntesis de todos los conocimientos y técnicas en el arte de la construcción eclesial, y finalmente recursos estéticos como  la luz coloreada de los grandes vitrales, la belleza de la ornamentación al exterior y al interior del templo, o la belleza pictórica o escultural de las imágenes sagradas, eran elementos  que a modo del sello de lo estético ayudaban a conformar su unidad  con la espiritualidad del alma cristiana, y  con el conocimiento arquitectónico de la época.

Pero ya en los siglos XVII y XVIII de la Ilustración en que la razón definitivamente había cobrado clara hegemonía sobre la creencia religiosa, el sabio de la época si bien no se interesaba mayormente en ser versado en la teología o en la doctrina cristiana, sin embargo supo devenir en  el tipo enciclopedista de la época, lo cual implicaba el dominio de todas las ramas del conocimiento  formal de  ese entonces. En otras palabras el campo epistemológico se mantenía organizado en un único conjunto orgánico de todos los campos de  lo cognoscitivo.

Pero con el desarrollo fulgurante de la ciencia y de la tecnología, los estudiosos se vieron obligados cada vez más a la ‘especialización’ en sólo algunos de los  ramos que comprendía el conocimiento científico, de modo que el todo del conocimiento empezó a sufrir una seria desmembración de su otrora organicidad del enciclopedismo. Así, el campo de lo científico se redujo a una serie de verdaderos compartimientos estancos.

Este proceso de creciente fragmentación del conocimiento llevará a que ciertas áreas específicas del saber cobrarán preponderancia sobre otras, por ejemplo, la física y la química se imponen a todas las otras ramas científicas, e igualmente desde Adam Smith  y Karl Max, la economía y la política devienen en los nuevos evangelios que regirán toda la actividad humana. Pero el reduccionismo dará otro paso más con las modernas ‘ideologías’  de derecha e izquierda, tan proclives las mismas al fenómeno del ‘fundamentalismo’, y que se da cuando se asume cierta perspectiva económica o política como el súmmum de esos dos campos, craso error como es el de reducir el todo a una parte del mismo. Lo ideológico será siempre una visión necesariamente parcial,  y que prescinde de toda referencia a esa unidad triádica propia de toda cosmovisión auténtica, la unidad de lo espiritual, del conocimiento    y de lo estético.